sábado, marzo 18, 2006

La señora de la limpieza.

Hoy ha llamado Sofía para decir que este miércoles no podrá pasar por casa. Esta vez tenía naúseas.

Sofía es la señora a la que pagamos por horas para que limpie la casa. Al principio también le pagábamos por planchar pero tras el primer el día m dijo una cosa era planchar y otra lo que hacía Sofía y que ella se negaba a pagar por eso.

Yo no estaba totalmente de acuerdo, la verdad es que las camisas no las dejaba muy bien, pero alguna arruga quitaba y psicológicamente yo llevaba una camisa planchada, pero es mejor que estas decisiones las tome m.

Un día Sofía dijo que estaba embarazada y fue la última vez que la vimos. A la semana siguiente no pudo venir porque tenía que ir al ginecólogo, la siguiente se encontraba mal y la otra nosotros no estábamos en casa, entonces perdí la cuenta pero cada semana m o ella se llaman para poner alguna excusa.

Supongo que algún día ella o m acabarán con esta situación absurda, hasta entonces, Sofía es la señora a la que pagamos por horas para que limpie la casa. Aunque ella no la limpie y, desde luego, nosotros no le paguemos.

lunes, marzo 13, 2006

Acuérdate de la bolsa.

Desde muy pequeño comprendí que si quería ganarme a mi madre, no debía olvidar poner una bolsa nueva siempre que sacara la basura.

martes, marzo 07, 2006

¿Seguro que tienes un problema?

"Un problema que no se puede resolver no es un problema"

Me lo recordaba mi padre de vez en cuando.
Él se lo atribuía a Wittgenstein pero no estoy seguro de esto.

sábado, marzo 04, 2006

La mejor tripa es la circular.

Supongamos que te levantas una mañana y, después de ducharte, te pones unos vaqueros y, no sin cierta nostalgia, esa camisa de leñador que lleva en el fondo de tu armario desde finales de los 80.

Pues bien, es posible que el resultado sea una pequeña sorpresa sobre la estrechez de tus vaqueros o más bien la anchura de tu abdomen, pero antes de sacar conclusiones precipitadas deberías hacerte algunas preguntas:

Si los vaqueros están recién lavados, entonces es pronto para alarmarse, póntelos conteniendo la respiración y ensaya el salto de la rana por el pasillo de tu casa durante al menos 10 minutos, esto, además de dar de sí el tejido vaquero redundando en una mejora de tu capacidad respiratoria tendrá un efecto beneficioso sobre tus glúteos que tu pareja sabrá agradecer.

Una vez hecho esto, o bien si es que los vaqueros no están recién lavados, si aún no eres capaz de remeter la camisa entre el vaquero y tu contorno, entonces, para hacernos una idea de la gravedad de la situación deberías probar a recuperar, también del fondo de tu armario, esa camisa marismeña de seda fucsia de los más horteras primeros 90 que aún te preguntas cómo pudiste llevar puesta en público.

Pero no es momento de caer en nostálgicas reminiscencias, prueba a ponerte la camisa y remeterla, probablemente esta operación te resultará más sencilla que con la camisa de leñador pero en cualquier caso el éxito no está asegurado. Tanto si has logrado remeterla como si no, quítatela inmediatamente no sea que el vecino te vea por la ventana o que alguno de tus seres más queridos te sorprenda con la susodicha, haciéndose inmediatamente preguntas por las razones de su amor y respeto hacia tu persona.

En fin, retomando el hilo de la exposición, en este punto pueden haber ocurrido dos cosas, la camisa de seda ha entrado o no ha entrado. Si no lo ha hecho y además compruebas que los vaqueros que intentas ponerte no son de algún familiar más menudo, a lo mejor es momento de preguntarte a quién quieres engañar, esos vaqueros no te han entrado desde hace varios años y hoy tampoco lo van a hacer.

Si has conseguido remeter la camisa marismeña, enhorabuena, acabas de comprobar y verificar en tus michelines un hecho científico algunas veces olvidado, lo que entre-remetes entre el pantalón y tú persona no es de aire, ocupa un espacio y por tanto ensancha tu perímetro proporcionalmente al grosor del tejido de que esté compuesto. Es decir, la seda fina entra pero la gruesa franela de tu camisa leñadora se resiste.

Pero no todo acaba aquí, no tienes, de hecho no debes resignarte a la seda marismeña, todavía tienes una oportunidad de volver a llevar tu masculina camisa leñadora y es que otro hecho científico o más bien matemático que a veces olvidamos al enfundarnos un pantalón algo ajustado nos va a dar una última oportunidad.

La explicación es simple, si cortas tu abdomen perpendicularmente a la vertical de tu cuerpo, el resultado será una forma más o menos elíptica con un perímetro y un área determinadas. Al área de tu contorno debes añadirle el área de la camisa leñadora que podemos calcular más menos como e*l donde 'e' es el espesor del tejido y 'l' la longitud de la camisa.

El pantalón por su parte tiene un perímetro pero no un área, ya que no tiene una forma definida sino que se ajustará a la forma de nuestro contorno, y es aquí donde una buena estrategia puede ayudarnos a caber en los vaqueros.

Si por ejemplo distribuimos la camisa regularmente a lo largo de nuestro contorno, lograremos tener un contorno final similar al nuestro un poquito hinchado por la tela de la camisa.

Si por el contrario lo que hacemos es remeter la camisa sólo en la parte de delante y de detrás lo que lograremos es un contorno algo más circular y en ese concepto reside la clave del éxito.

Es un fenómeno sobradamente conocido que el círculo es la forma que mayor área encierra con relación a su perímetro, es decir, a igual perímetro cuanto más circular sea la forma más área habrá encerrada en el mismo.

Pondré como ejemplo mis medidas tomadas con ayuda de mi mujer, tengo como semiejes a = 17cm, b = 12cm lo que me da un perímetro elíptico de 91,78cm (empleando la aproximación de Ramanujan) que es casi el perímetro real que midió mi mujer y que es de 91cm lo que corrobora mi hipótesis de que los humanos tenemos un contorno elíptico. Con estas medidas mi área es de 640,88cm2.


Si en vez de tener una tripa elíptica la tuviera circular para la misma área de 640,88cm2 (al fin y al cabo lo que pesa es el área) necesitaría un perímetro de sólo 89,74cm es decir, 2cm menos lo que sin duda supondría entraría en los vaqueros con camisa leñadora incluida.

Así que sencillamente lo que tenemos que hacer es remeternos la camisa con mucho ojo, abundando en la parte delantera y trasera y a ser posible dejando los lados libres. Y si dudas de que esto funcione, no tienes más que probar a meter varios dedos por delante (tripa) o por detrás (espalda) entre tu cuerpo y el pantalón y comprobarás que entran con facilidad. Prueba ahora a meterlos en los laterales (donde el hueso de la cadera) y atrévete a decirme que no te cuesta más meterlos y sacarlos.

Idea para un invento.

Hace ya tiempo a alguien se le ocurrió que utilzando surimi podía imitar la forma de las angulas y creo las gulas con unas propiedades culinarias y organolépticas probablemente muy inferiores a las auténticas angulas pero que dan cierto pego.

En el caso de las gulas fue el factor precio lo que motivó al inventor, pues bien, se me ocurre que se podría sustituir el factor precio por el factor calórico e inventar algo que pueda dar el pego por los frutos secos.

Sin duda el éxito del invento está asegurado, a quién no le gustaría comer cachuetes, almendras y pistachos sin preocuparse por su línea. Y además, una vez imitados los cachuetes podría intentarse con el chorizo, aunque en este caso, la textura es sin duda múchísimo más compleja.

viernes, marzo 03, 2006

Registros duplicados.

Si tuvierais un fichero de texto (tipo txt) con más un millón de registros en el que tuviérais que buscar registros duplicados, ¿cómo lo harías?

Por ejemplo, tienes un fichero con las facturas mensuales de una empresa de telefonía, en el que cada registro del fichero está formado por nº de factura, cliente e importe y quieres comprobar que no le vas a facturar a un mismo cliente dos veces.

Y no me refiero de forma teórica sino qué programa de vuestro PC y qué pasos seguirías para encontrar los duplicados.