La bombona me ha salido pocha.
Un día cualquiera, hace ya un tiempo, cuando vivía justo encima de un Supercor (Supermercados el Corte Inglés) estaba haciendo una ensalada cuando de pronto (minuto 0) se me ocurrió echarle un aguacate. Dada la proximidad del supermercado, en 10 minutos ya había bajado y estaba de vuelta casa con el carísimo aguacate, porque de Supercor se podrán decir cosas buenas pero que desde luego no que sea barato.
Pues bien según abro el aguacate, más menos en el minuto 11 me doy cuenta que el frutero (porque allí la fruta te la da el frutero) me ha dado una pieza completamente pasada. Supongo que si en lugar de un aguacate hubiera sido una pera, no le habría dado tanta importancia. Pero dado que en la frutita me había gastado casi un 1% de la nómina y que ni siquiera la había escogido yo mismo debo confesar que pillé un pequeño mosqueo.
Total que decidí coger el susodicho, bajar de inmediato a Supercor y reclamar un cambio o la devolución de mi dinero. En el minuto 13 sostenía el pocho aguacate delante de la nariz del frutero, en el 14 tenía mi nuevo aguacate que esta vez el frutero me dejó tentar y en el 16 había recuperado los 29 céntimos de diferencia entre esta pieza y la anterior porque pesaba un para de gramos menos.
No voy a ir más allá del minuto 19 en el que estaba troceando el nuevo y perfecto aguacate en mi ensalada, más ancho que largo por el trato recibido, algo por otra parte un poco absurdo, porque me habían hecho bajar dos veces, pero en fin, esos extraños mecanismos de autosatisfacción tiene la mente humana.
El caso es que ahora que no vivo encima de un Supercor he recordado esa experiencia cuando hace muy pocos días según me duchaba con agua caliente (minuto 0) de pronto comienza a templarse el agua y en menos que canta un gallo, es decir, más o menos en el minuto 1, me está cayendo el agua helada, porque se me ha acabado el butano.
Por si no estáis habituados a lidiar con el butano, os diré que normalmente la bombona te avisa cuando se gasta y es raro que no te de tiempo a terminar la ducha más o menos calentito. Además, cuando llevas unos meses usándolas, desarrollas un sexto sentido que más o menos te advierte de cuando se va a acabar la bombona.
El caso es que sin duda esta bombona me había salido rana porque ni el sexto sentido ni la bombona me habían advertido que la ducha se iba a convertir en un infierno helado (quizá suene un poco dramático pero recordad que estamos en invierno). Pero claro a ver con cara me voy al butanero y le digo que la bombona me ha salido pocha.
2 comentarios:
LO curioso es que solo te haya pasado una vez, desgraciadamente estas cosas ocurren , no se sabe el por que pero un dia te duchas y de repente una cascada helada cae sobre tu espalda y lo unico que puedes decir es: ¡¡¡¡EL AGUAAAAAAAAAAAAAAA!!!!
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