sábado, febrero 10, 2007

Partículas, conciencia y modelos de negocio musicales.


Supongamos una partícula de masa m y volumen despreciable.

Supongamos que esa partícula es usuaria de las redes P2P de descarga "ilegal" de cultura en formato electrónico.

Supongamos que esa partícula a pesar de su volumen despreciable guarda en algún misterioso lugar algo que podríamos llamar conciencia.

Supongamos que a pesar de tenerla, la conciencia de esta partícula duerme tranquila porque no siente que con esta descarga "ilegal" de cultura en formato electrónico esté haciendo nada malo.

Supongamos que para proteger su conciencia esta partícula de masa m y volumen despreciable no es nada original y emplea los habituales argumentos en defensa de la descarga de cultura en formato electrónico en las redes P2P, como por ejemplo:

  • El artista no pierde dinero porque la descarga no reemplaza la compra del objeto cultural.
  • En realidad el artista puede salir ganando porque si el objeto cultural gusta a la partícula, esta podrá comprar el objeto, recomendarlo para que otros la compren, gastar en merchandising, o consumir es mismo objeto en otros formatos que sí representan un bien escaso.
  • Quién sale perdiendo con esta acción son los representantes de una industria moribunda que se aferran a un modelo de negocio obsoleto que intentan proteger con técnicas casi mafiosas, artistas de medio pelo que deberían dedicarse a otra cosa que la producción de cultura y ¡oh! míseros de ellos ¡oh! infelices sociedades de autores tipo SGAE que a esta partícula en particular y a muchas otras en general les da mucho asco.

Supongamos finalmente que esta pequeña partícula a través de estas redes P2P de descarga "ilegal" de cultura en formato electrónico descubre un grupo que le gusta mucho del que se descarga varios de sus discos que escucha regularmente.

Así que, según los argumentos anteriores, le toca hacer algo por ese grupo. Pero como no va a conciertos ni es de las que lleva camisetas (recordemos su volumen despreciable) no encuentra la oportunidad de recompensarlo por los buenos momentos pasados.

Y entonces esta pequeña y despreciable partícula se pregunta si los grupos u otros productores de objetos culturales no podrían tener una especie de fila 0 en sus sitios web oficiales para que de forma legal las todas las pequeñas partículas que sintieran su conciencia peligrar pudieran hacer una donación sin necesidad de comprar un cd para el que no tiene hueco en sus estanterías.

Aunque claro seguro que la industria y las sociedades de autores que tanto asco dan esta partícula pondrían el grito en el cielo porque no podrían quedarse con parte de ese pequeño pastel de conciencia.

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